En su interesante libro, Digitalízate, David Gaughran dibuja un futuro sombrío para el libro impreso. Aparte de la claridad con que hablan las cifras que expone en cuanto al crecimiento del libro digital y la caída en ventas del libro impreso, la explicación de Gaughran sobre el bucle fatal al que éste está abocado no sólo es razonable, sino que, para desgracia del viejo libro, parece inexorable.
Bucles de feedbak
La exposición de Gaughran está basada en un artículo publicado por Tim Spalding, de LibraryThing, en 2010, en la que desarrolla la teoría de los bucles de feedback, según la cual, a partir de cierto momento, el éxito se autoperpetúa.
La predicción de Spalding sobre la muerte del libro impreso se explica precisamente a causa de la época gloriosa que está viviendo el electrónico. Según Spalding, a medida que la popularidad de los libros electrónicos aumente, decaerá la de los libros impresos. Ello obligará a las librerías a cerrar y, por tanto, será más difícil para el lector encontrar un libro impreso, lo cual, a su vez, hará crecer la preferencia por los libros electrónicos, más fáciles de encontrar y baratos, este crecimiento provocará una mayor caída del libro impreso. Esto llevará a que más librerías tengan que cerrar y… Y el círculo vicioso vuelve a comenzar.
La teoría de Spalding sostiene que el final del libro impreso es inexorable: disminuirán las tiradas, aumentarán los costes y el precio de venta al público. La dificultad para encontrar un libro impreso será mayor; su adquisición, más cara y, en este río revuelto, el pescador que se llevará el trofeo será el libro electrónico.
La cuestión –afirma Gaughran– es que, en pocas palabras, todos los factores que impulsan el éxito de los libros electrónicos se potenciarán, creándose un círculo virtuoso de crecimiento, mientras el libro impreso se verá atrapado en un declinante círculo vicioso.
¿Y ahora, qué?
Parece que las cifras han venido refrendando el pronóstico de Spalding desde 2011, año en el que el libro electrónico superó en ventas al impreso. Hasta 2013, la diferencia entre ambos fue ensanchándose: cada vez se vendían más libros electrónicos mientras el impreso se sumía en una caída imparable que vaticinaba su muerte.
Por todas partes se alzaron voces que pedían calma y, frente a declaraciones tan contundentes como la de Arturo Pérez Reverte, otras más medidas pronostican un futuro más halagüeño para el libro impreso: Darío Villanueva, secretario de la Real Academia Española, quien recomienda prudencia a la hora de proclamar la muerte del libro impreso, y para ello razona que nunca en toda la Historia se han escrito, impreso, distribuido, plagiado, robado, explicado, criticado y leído tantos.
Supongo que el río lleva agua, puesto que suena, y la batalla que se ha abierto en torno a la guerra “libro impreso frente a libro electrónico” algo nos dice acerca de los entresijos e intereses que mantienen a unos y otros en fiera contienda. Si no hubiera nada que perder o que ganar, las aguas correrían pacíficas en su lecho y el río no sonaría…
¿Y los autores…, qué piensan?
Unos, como Pérez Reverte, no reparan en barras. Otros, como Lucía Etxebarría, amenazan con dejar de escribir a causa de la piratería.
Lo cierto es que la llegada del soporte electrónico ha supuesto una avalancha de libros prestados que perjudica al autor. Gaughran no está de acuerdo con esta aseveración y en su libro, Digitalízate, proporciona ideas para transformar en aliado el enemigo de la piratería. Personalmente, no estoy de acuerdo con todos los argumentos que expone, pero sí con el hecho obvio de que el mundo editorial está cometiendo los mismos errores que cometió el de la música y que las medidas protectoras o aquellas otras que penalizan no van a acabar con los bucaneros.
Mientras tanto, un camino que nadie podría haber imaginado hace unos años se ha abierto para los miles de autores desconocidos que se han lanzado a la autopublicación. Lo que unos denostan, otros lo aprovechan. Y el río suena de nuevo.
De momento sólo podemos hacer augurios al respecto: lo que depara el futuro sólo el futuro lo desvelará. Pero lo cierto es que, a día de hoy, la aparición del libro electrónico no ha dejado indiferente a nadie, ha revolucionado el mundo editorial y apunta directo a una nueva época que acaba de nacer y se presenta larga e interesante.
Para entretener la espera, el lector siempre puede echar mano del Proyecto Gutenberg: Del libro impreso al libro digital, Marie Lebert, porque si hay algo cierto en esta riña de gatos es que el futuro acabará llegando.
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Fotografía: Media Soft Interactive.
Hola Ana, antes que nada quería felicitarte por tu interesante artículo. Personalmente no creo que el libro en papel vaya a desaparecer totalmente (en todo caso será dentro de muuucho tiempo). Lo que sí que creo necesario es que el libro digital se especialice con el fin de aportar algo diferente al de papel, aprovechando su capacidad para integrar vídeos, enlaces para ampliar la información, imágenes, etc. También es cierto que, en numerosas ocasiones, el precio de los libros de papel es elevado, y debe haber otras alternativas como una tarifa plana en plataformas de lectura (creo que Amazon está trabajando en ello). Siempre que se produce una revolución tecnológica surgen voces de este tipo, pero normalmente no suponen la erradicación de un producto específico sino su diversificación. Hay más donde elegir y, evidentemente, las ventas del sector mayoritario tradicional decaen. Un abrazo y a seguir con tu buena labor.
Hola Cecilia. Gracias 🙂
En realidad yo tampoco creo que el libro de papel vaya a desaparecer, pero me parece que, con el tiempo (tienes razón: muuuuuuucho tiempo), acabará por convertirse casi en un objeto de coleccionista.
El libro electrónico tiene todavía por delante una capacidad de desarrollo que el impreso no tendrá jamás (tú apuntas algunas de los ingredientes: vídeos, enlaces…). No sé cómo acabará el asunto, pero sí que habrá cambios y creo que serán cambios sustanciales. Veremos qué nos depara el futuro 🙂
Muchas gracias por tu comentario. Celebro que te haya gustado el artículo.
Un abrazo 🙂
El libro impreso es duro de roer, si me preguntas, te diré que sobrevivirá a una catástrofe nuclear (si quieres una prueba, juega a Fallout).
Bromas a parte, no hay nada como un libro impreso. La sensación es única y genial, el olor tan peculiar, la esencia de un libro antiguo…Me he criado embobado mirando la estantería en la que mi padre guardaba una vieja colección de clásicos encuadernada en polipiel y con adornos dorados…esas páginas amarillentas, duras, que crujen al pasarlas, el tacto rugoso, el olor de la tinta, esa tipografía antigua…
Además, yo soy coleccionista, me recorro los mercadillos buscando libros antiguos, y he rescatado más de un anciano de hoja marchita y manchada de moho, del maltrato al que los someten en este tipo de mercados, tirados en cajas, de cualquier manera. No hay nada como leer un libro rescatado de esta forma, encontrarte con la firma de su anterior dueño, con sus marcas de lecturas, con una estampa, una vieja carta perdida entre las hojas o un billete de 2.000 pesetas.
El eBook es un formato genial, muy cómodo y barato a más no poder (desde 0,0€)…pero muy impersonal, muy frío…los lectores quieren ver su estantería llenar, sentir lo que se siente al tener tu libro firmado por tu autor favorito. Al libro todavía le queda mucha vida.
¡Larga vida al libro!
Hola Jaume.
Sí, el encanto del libro en papel no lo tiene el electrónico ni de lejos. Por otra parte, no sé si a ti te pasa (estoy segura de que sí), pero a mí me encanta estar rodeada de mis libros. Sentarme en el sofá y mirarlos (de vez en cuando, jaja, no es una actividad que realice diariamente). Alguno, siempre pasa, te llama la atención, te levantas, lo coges, miras dentro y ves la fecha en la que lo compraste. Y de repente te dices: ¡Caray, 25 años ya!
A veces me pregunto que habría en las paredes de mi casa si no estuvieran forradas de estanterías. Los libros en papel son el mejor papel con el que empapelar tus paredes ;-), pero la vida avanza, y creo que el libro electrónico acabará por imponerse: no ocupa sitio, es más barato, te puedes llevar de vacaciones todos los títulos que quieras sin sobrecargar la maleta (¡cuánto habrán pesado las mías, cargaditas de libros para leer) y muchas ventajas más que hacen caso omiso del olor a libro antiguo, el crujidos de las páginas y los diseños del lomo.
¡Larga vida al libro!, por supuesto, pero creo que irá decayendo poco a poco en favor del libro electrónico… o lo que venga después.
Gracias por tu comentario y feliz domingo 🙂
Está claro que Tim Spalding y David Gaughran tienen especial interés en que se cumplan sus particulares pronósticos. Sin embargo, las estadísticas globales no van en la misma línea: en ningún momento las ventas de libros electrónicos han superado a las del impreso. Una pena que en el artículo no ofrezcan datos concretos, por lo cual deduzco que es más una expresión de deseo que un informe objetivo. Yo sí tengo datos, y muy recientes, del 17/11/2014.
http://www.actualidadeditorial.com/el-mercado-global-de-los-libros-digitales-alcanzara-los-16-700-millones-de-dolares-en-2020/
Lo que vaya a ocurrir, no lo sé, pero de momento creo que estamos muy lejos de lo que pronostican en este artículo.
Un abrazo.
Hola Néstor.
En lo de leer el futuro estamos iguales: tampoco yo sé lo que va a ocurrir. Y al parecer, según el artículo, conocer las cifras de venta de libros en papel que se preven para 2020 cuesta 2.000 dólares, así que yo, como Arantxa Mellado, prefiero vivir con la duda. Parece que andamos bastante a ciegas.
En cualquier caso, como ya se ha dicho por aquí en otras ocasiones, no creo para nada que el libro de papel vaya a desaparecer (ni pronto ni tarde), pero sí creo que el electrónico acabará por imponerse.
El futuro ya nos lo dirá 😉 Mientras tanto, a leer y a escribir mucho.
Un abrazo y gracias por tu comentario.
Predicciones apocalípticas. El libro impreso no está herido de muerte. Estoy de acuerdo con lo que dice Néstor Belda, el interés manda.
Buen artículo, Ana. Un abrazo.
Hola Txaro.
Yo tampoco creo que el libro impreso vaya a desaparecer de inmediato, pero no le veo un futuro esplendoroso de aquí a unos cuantos años. No sé cuántos. Quizá sea medio siglo, quizá menos, quizá más. Pero me parece que acabará por convertirse en un objeto de coleccionista.
Mientras tanto, disfrutemos de él. A mí me sigue resultando imposible no picar con un libro en papel cuando ha picado mi interés (que suele ser con bastante frecuencia) 😉
Un abrazo y gracias por tu visita y tu comentario.