La llegada del libro electrónico ha supuesto una revolución en el sector editorial y también ha abierto caminos inesperados para todos aquellos escritores que vagabundeaban por el mundo literario sin encontrar una editorial que los acogiera.
Autopublicarse ofrece ventajas, pero también inconvenientes. Hoy nos vamos a centrar en los pros de la autopublicación.
Los pros de la autopublicación
Entre las bondades de las que un escritor puede beneficiarse si elige la autopublicación frente a la lucha incierta que supone bregar con las editoriales, encontramos dos muy apetecibles:
- Por una parte, el autor que se autopublica es dueño y señor de todo el proceso. No hay nadie que se interponga entre él y su producto. Todas las decisiones son responsabilidad exclusivamente suya.
- Por otra parte, los porcentajes que le corresponden al autopublicar son mucho más jugosos, y probablemente mucho más justos, que si publica con una editorial.
En un par de anotaciones en su blog muy clarificadoras, Mariana Eguaras habla sin tapujos sobre los porcentajes en la edición de un libro impreso y en la edición digital. Y en Digitalízate, David Gaughran hace lo mismo con el reparto de porcentajes en la autopublicación. Veamos cada uno de estos casos.
El reparto de porcentajes en la edición de un libro impreso
En el Reparto de porcentajes en la edición de un libro impreso, Mariana detalla la parte que corresponde a cada uno de los actores que desempeñan un papel en el proceso de publicación. Mientras que el porcentaje que corresponde al editor (un 30%) es defendible por la cantidad de tareas que lleva a cabo: el editor debe cubrir los costes de corrección de la obra, del diseño de la colección, del libro y de la portada; la traducción si la obra original es en otro idioma; la maquetación; las revisiones; la impresión; la promoción y prensa del libro (marketing). De este porcentaje, el editor también debe obtener beneficios para hacer rentable la empresa; primero, porque es quien apuesta y destina recursos económicos y humanos para publicar la obra de un autor y dar a conocer un determinado contenido y, segundo, porque la editorial es un negocio como cualquier otro y necesita obtener ganancias para seguir existiendo.
El del distribuidor, sin embargo, no deja de asombrar (60%, que se reparten entre él y el punto de venta, según el acuerdo al que lleguen entre ambos). El autor, por su parte, recibe un 10%, del cual tendrá que pagar un porcentaje al agente, caso de tenerlo.
- Autor: 10%
- Editor: 30%
- Distribuidor y punto de venta: 60%
Visto así, el reparto de estos porcentajes no parece muy justo, sobre todo en el caso del distribuidor, tal y como la propia Mariana Eguaras asegura: Se cuestiona mucho el papel del distribuidor de libros que, en definitiva, no aporta más valor que el llevar y traer libros de la biblioteca.
Con respecto a los escritores y la distribución de porcentajes, la conclusión a la que se llega en el interesante artículo de Mariana Eguaras es que el circuito del libro funciona así y al autor no le queda otra que tomarlo o dejarlo.
El reparto de porcentajes en la edición digital
Frente a este reparto, la edición digital ofrece uno muy diferente. En otro artículo, titulado Reparto de porcentajes en la edición digital, las cuentas que le salen a Mariana Eguara son significativamente distintas:
- Autor: 25%
- Distribuidor: entre el 15 y el 65%
- Editor: …
En su artículo, Mariana nos explica que, mientras en la edición del libro impreso es el distribuidor quien siempre negocia el descuento con el punto de venta (librería), no ocurre así en la edición digital, que puede hacerlo la plataforma o directamente el editor. De ahí que el porcentaje que cobran las distribuidoras sea tan fluctuante: si la gestión del descuento comercial con el punto de venta la realiza la plataforma, el porcentaje final ronda entre el 30% y el 50% del PVP del libro digital. Si la gestión la realiza el editor, las plataformas sólo cobran entre un 15% y 25% del PVP del libro, y el editor tendrá que negociar con cada una de las librerías su respectivo porcentaje. Como llevar a cabo esta última acción es prácticamente imposible por el tiempo y los recursos que demandaría hacerlo, la mayoría de las editoriales optan por la primera de las opciones y dejan la negociación con el punto de venta en manos de las plataformas.
Por ello, el porcentaje del editor fluctúa, según la combinación de las variables que se manejan en el párrafo anterior.
Pero incluso en este caso, la autora del artículo sigue opinando, y creo que los demás en una gran mayoría también lo hacemos, que el porcentaje del distribuidor continúa siendo excesivo, aunque, eso sí, el autor ve incrementado su porcentaje hasta un 25%, más del doble de lo que le correspondería al publicar con el medio tradicional.
El reparto de porcentajes en un libro autopublicado
De acuerdo con los datos que ofrece David Gaughran en su libro, Digitalízate, el reparto de porcentajes (en dólares) de un libro autopublicado se distribuye de la siguiente manera:
Para un libro electrónico autopublicado con un precio de venta al público de 2,99 dólares:
- Minorista: 30% (0,90 dólares).
- Escritor: 70% (2,09 dólares, y no suele haber un agente que cobre una comisión).
Las ventajas en cuanto a la cuestión monetaria parecen evidentes. Además, David Gaughran añade un dato extra que no se puede dejar de tener en cuenta:
[…], a diferencia de lo que ocurre en el mundo editorial, cuando un escritor autoedita un libro online no se ve sometido a la presión de tener que retirarlo y dejar de venderlo, porque allí hay una cantidad infinita de espacio virtual en las estanterías. No existe ninguna razón para que un autor no tenga todos sus libros en venta todo el tiempo, dando dinero.
En conclusión, parece que desde el punto de vista económico, la publicación digital favorece al escritor y la autopublicación no sólo lo beneficia en este sentido sino que le dota de una libertad de acción y decisión que jamás alcanzaría al poner su obra en manos de una editorial. No obstante, como se apuntó al principio, también esta manera de publicar tiene sus contras. En mi opinión, los más importantes proceden, precisamente, del primer punto que se anotó como “pro”, el de la libertad absoluta de la que goza el escritor para convertir su texto en un producto vendible, pues también en esto reside una de sus mayores desventajas, que veremos en una próxima anotación.
Mientras tanto, quizá te apetezca echar un vistazo a otras opiniones. En ese caso, te recomiendo el magnífico artículo publicado por Víctor Selles en Las ventajas de la autopublicación.
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Añadido posterior (8-Diciembre-2014): por su interés, enlazo a El rechazo editorial de un manuscrito interesante es un vómito.
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Por supuesto, los porcentajes son más jugosos. Pero no contamos con una cosa:
En el caso de autopublicar, deberemos echarnos a la espalda todas las secciones de una editorial: corrección ortotipográfica, corrección de estilo, editing, maquetación, marketing, diseño de cubierta, etc.
Por supuesto, puedes pasar de contratar a profesionales y hacerlo todo tú mismo. Ofrecerás una obra completamente «punk». Ahora bien, no siempre hacerlo todo tú mismo ofrece buenos resultados. Y es que puede que nos sintamos muy orgullosos de lo que hemos creado con nuestras propias manos, pero puede ser eso insuficiente a los ojos del lector, que es quien decidirá (al fin y al cabo) darle una oportunidad a nuestro libro.
Hola Víctor.
Estamos de acuerdo. Por ello digo que el primer pro (el escritor tiene todo el poder sobre su obra) es también el principal contra (pero de ello hablaré en la entrada correspondiente).
Yo creo que el escritor autopublicado tiene que ser un todoterreno y hacerse cargo de su “producto” desde escribirlo hasta llevarlo a los lectores. Sin embargo, hay algunas tareas que necesariamente deben ser realizadas por un especialista. Y estoy hablando de la corrección no sólo ortográfica, sino sobre todo de estilo.
Un corrector profesional es un elemento imprescindible en la obra de un escritor que se autopublica (tengo pendiente una entrada al respecto, pero antes de publicarla quiero experimentar por primera vez las labores de un corrector en mi propia obra, que pondré en sus manos a finales de esta semana, si Dios quiere). Cuando haya pasado por esa experiencia (que espero que sea positiva y satisfactoria para mí y mis relatos de Carter & West, ya contaré) 🙂
Saludos y muchas gracias por tu comentario, tan acertado como siempre 🙂
Aquí el round se lo lleva Viktor. Un autor, por bueno que sea, por entusiasmo que le ponga al libro, no puede hacer el trabajo por sí mismo (al menos no todo).
Se necesita al menos, un corrector y un diseñador. Las portadas necesitan ser atractivas para llamar la atención y la corrección, debería llevarla a cabo un profesional. Esto tiene también sus contras; yo estoy teniendo una mala experiencia con mi corrector y no puedo hacer nada porque me publica una editorial. Es lo que toca, no puedo hacer nada, no tengo ningún poder sobre esa corrección. Sin embargo, si el mismo escritor es su corrector, corre el peligro de no ver sus errores (a todos nos pasa).
Un libro punk es lo ideal, y a mí me gustaría ser el Rancid de los escritores, pero se necesita ayuda a la hora de publicar, por lo menos un diseñador, uno o dos lectores beta y un corrector. Es lo ideal, y lo ideal de la muerte, sería encontrar un grupo de gente que hiciera eso sin cobrar, una especie de cooperativa independiente, cada uno ofreciendo un servicio de edición.
A eso es a lo que deberíamos aspirar.
Hola Jaume.
Yo estoy de acuerdo con lo que dice Víktor.
Desde luego, en lo del corrector sí, absolutamente; en la portada…, en mi caso, también, pero a lo mejor hay gente que se defiende muy bien y sabe hacer portadas que parezcan profesionales.
Hay ciertos puntos en la autopublicación que el escritor debe confiar a profesionales, desde luego. Hablaré de ello en día que toquen los “contras” 😉
Saludos y gracias por comentar, Jaume.
Tengo curiosidad por ver cómo justificas considerar la libertad de la autopublicación una desventaja, Ana. Así que argumenta bien, que en ese aspecto estoy dispuesto a dar la batalla, jejejeje… metafóricamente hablando, claro. Excelente artículo, como siempre. Keep up the good work!
No es la “libertad” lo que argüiré como desventaja… ;-), pero ahora me has picado y escribiré la entrada con mil ojos 😀 (jejeje)
Gracias por tu comentario, Miguel Ángel, y buen resto de fin de semana.
Hola, Ana. Un tema bastante complejo el de la autopublicación. De hecho, yo mismo llevo varios meses dándole vueltas a si atreverme a publicar alguno de mis libros a través de alguna de las plataformas de autopublicación que existen actualmente. Por una parte me seduce la idea de dar a conocer mi obra al gran público, pero por otro me preocupa que mis libros perezcan ignorados en ese vasto universo que es el ciberespacio. De momento esperaré a tu próxima publicación con los contras, que los hay (y muchos y muy variados). Quizás leyéndote acabe decantándome en uno u otro sentido.
Permíteme felicitarte por tu blog y por tu contagioso entusiasmo. Da gusto leerte. Nos leemos. Saludos.
Hola Pedro.
Yo te animo a que lo intentes. Tus textos son muy buenos y, de cualquier forma y aunque no salieran adelante en todo ese enredo que son las plataformas de autopublicación, en el disco duro de tu ordenador también permanecen ignorados del mundo. Así que… ¿por qué no darles una oportunidad? 😉
De todas formas, yo estoy convencida de que lo de autopublicar, si quieres que se te lea, es un proceso muy lento en el que no es suficiente con un libro. Tienes que publicar con asiduidad, tener a la venta varios títulos y, además de cuidar que sean buenos, por supuesto, estar permanentemente “cuidándolos”.
¡Te animo, te animo! Únete al club 🙂 Yo espero pertenecer a él muy pronto 🙂
Un saludo y gracias por comentar. También a ti da gusto leerte.
Buen domingo.
¡Qué interesante entrada y comentarios! Gracias, Ana, por las menciones.
Creo que hay que encontrar un equilibrio y, aunque tire piedras hacia mi jardín, hay procesos de edición que puede hacer un autor por sí mismo. La clave está en saber hacerlas bien, o en tener el tiempo para aprender a hacerlas bien. Con la corrección de estilo diría que es casi imposible, no así con la maquetación, por ejemplo, aunque saber usar Indesign no es saber de maquetación.
Por lo general, se mencionan siempre los servicios editoriales, aquellos que se realizan antes de la publicación del libro y no se suele mencionar como tal un servicio transversal: el de promoción y marketing del libro. Si los autores creen que los servicios editoriales tradicionales son caros es porque no han cuantificado -en metálico y en tiempo- el marketing y la promoción de un libro; es la parte más trabajosa, la que demanda dedicación plena y, por ende, es la más onerosa.
Abrazo de una seguidora 🙂
Hola Mariana, gracias a ti por tu visita y por tu comentario.
Estoy de acuerdo totalmente con lo que dices sobre de la corrección, ¡es imprescindible!, y también en lo que se refiere a la portada, aunque considero que, aquel que tenga mano y buen ojo, quizá pueda hacer un trabajo aceptable (nunca con la corrección).
En cuanto a lo del marketing, lo cierto es lleva un cantidad ingente de tiempo que no se utiliza para escribir. Sin embargo, tal vez para un autor que está empezando sean demasiados gastos.
Yo lo tengo también muy claro: cuando publique mis primeras historias no podré abrir esa puerta, pero si algún día me va bien…, invertiré dinero en ello y a cambio dispondré de más tiempo para seguir escribiendo, que, al fin y al cabo, debe ser la principal tarea del escritor (algo de eso diré cuando hable de los “contra” de la autopublicación).
Un abrazo de una seguidora tuya, también, y gracias de nuevo por tu comentario. Tanto en tu blog como en tus respuestas y comentarios siempre aportas información de interés 🙂
Recomiendo muchísimo la autopublicación, pese a las desventajas (sobre todo la de no tener un editor profesional que revise tu trabajo o el respaldo de una editorial con buena distribución). Pero no solo por la libertad y el margen de beneficios que comentas tan acertadamente en este artículo, sino porque la autopublicación es una experiencia de incalculable valor para cualquier escritor, una primera toma de contacto con los lectores, con el proceso de edición y de gestión de ventas. Es, en muchos sentidos, enriquecedora.
Hola Mónica.
Yo también la recomiendo. Es cierto que tiene desventajas, pero aun así la experiencia merece la pena. Incluso el esfuerzo de aprender un poquito de todo, en especial si eres una persona curiosa a la que le gusta saber, vale el tiempo empleado. Personalmente estoy muy contenta con la decisión de haber autopublicado. Me llevó tiempo decidirme, pero el camino que tener mi libro a disposición de los lectores me ha invitado a recorrer durante estos meses ha sido verdaderamente enriquecedor, tal y como tú misma dices.
Gracias por tu visita y por tu comentario 🙂
¡Feliz miércoles!
Excelente artículo Ana, como siempre.
Como escritor autopublicado con la tercera novela en camino, creo que lo ideal es, además de publicar en las principales plataformas digitales, atreverse con sacar una tirada impresa. Hay muchísimos escritores que no leen jamás en digital, y lo que es más importante, un lector al que le has dedicado un libro, suele convertirse en un lector para toda la vida. Es, digamos, más personal. Más íntimo.
Es evidente que delegar la corrección de la novela a un profesional debe ser impepinable. Y también añadiría la portada. Sin embargo, aun delagando ciertas tareas, un autor autopublicado siempre podrá influir directamente en el resultado. Por ejemplo, en el caso de mi segunda y tercera novela, el ilustrador es un amigo mío que se dedica al diseño gráfico. El resultado es profesional, pero es un placer poder reunirme con él e indicarle lo que me gusta y lo que no.
Bonito debate ha surgido aquí 🙂
Hola Luis.
Sí, en efecto, no hay que limitarse al libro electrónico. Yo misma tengo algunos “futuros” lectores del libro de papel: hay quien me ha comentado que tiene muchas ganas de leer a Carter & West y me ha preguntado que para cuándo estará disponible en papel. De modo que, en efecto, como bien dices, hay que atreverse a sacar una tirada impresa, a tocar los libros, a dáselos en mano a los lectores y poder firmárselos. Ésa es otra experiencia enriquecedora, como decía Mónica, que aún no he vivido, pero por la que pienso pasar 🙂
Muchas gracias por aportar tu opinión al debate 🙂 y por tu visita, por supuesto.
¡Feliz miércoles!