La corrección literaria: control de calidad
En el artículo de hoy, Víktor Valles nos hablará de la importancia que tiene someter tu escrito a un control de calidad a través de la corrección literaria por parte de un profesional.
Estoy segura de que el artículo os interesará y aprovecho estas líneas de entrada para agracecerle a Víktor su colaboración con Detrás de un escrito. Espero verle por aquí en otras ocasiones :-).
¿Imaginas comprar una casa de nueva construcción y que, al entrar a vivir, descubrieras que se cae a trozos? ¿Y si compraras un escritorio y al sentarte ante él te encontraras con los cantos sin pulir? ¿Te imaginas comprar una caja de galletas y descubrir que están prácticamente crudas?
Con los libros puede suceder algo parecido y la sensación de insatisfacción es prácticamente la misma.
El nuevo mundo editorial
En los últimos tiempos, el sector editorial ha dado un giro. En los datos recientemente publicados por Amazon, se ve claramente que los autores autopublicados están ganando terreno a las editoriales. Cada vez son más los «juntaletras» que se lanzan en solitario, convirtiéndose en «escritores autónomos».
Dejando aparte el tema de si es rentable o no autopublicarse, hay una verdad absoluta: el autor no puede encargarse de todo.
Sí, hay escritores que tienen grandes dotes para las tareas de diseño gráfico, grandes community managers, etc. Pero existe una verdad absoluta: el peor corrector para una novela es su propio autor.
Como escritores, tenemos los ojos viciados. Hemos escrito la novela y conocemos prácticamente todas y cada una de las partes que hay en ella. Las palabras son nuestras y lo más probable es que, a la hora de corregir, muchos errores se nos pasen por alto.
Por ello es necesario contratar a un corrector profesional.
¡Atención! El corrector de Word no cuenta: a los correctores informáticos se les pasan por alto muchos errores: palabras que con distinto significado son correctas, errores de composición, puntuación, etc.
Los correctores no son enemigos del escritor. Al contrario, el corrector es ese amigo que te ayudará a que tu trabajo reluzca como merece. A nadie le gusta invertir horas en algo para que luego quede de cualquier manera. Como autor, deseas que el lector perciba todo tu potencial en la obra que le presentas.
La corrección es, sin duda, un pilar fundamental. Es el control de calidad en el sector editorial.
La corrección literaria, tipos:
En cuanto a corrección, hay dos tipos:
La corrección de pruebas u ortotipográfica es la que se encarga de la revisión en busca de errores tipográficos, erratas, uso de cursivas, versalitas y negritas, espaciado entre palabras y puntuación, empleo apropiado de signos, etc. Además, en el caso de material preparado para la publicación, también revisan la maquetación de la obra.
La corrección de estilo, por su parte, cuida el texto para facilitar su lectura, cuida que sea comprensible y no contenga pasajes de difícil interpretación, deja bien explicitadas las relaciones entre las distintas partes del texto, adecua el contenido a la situación comunicativa (conservando la voz del autor), cuida la extensión de los párrafos, controla el uso de metáforas y otros recursos retóricos, cuida la puntuación, etc.
¿Por qué los autores son renuentes a la corrección profesional?
El gran impedimento de muchos escritores a la hora de buscar un corrector es el presupuesto.
Partimos de la base que muchos escritores desean emprender su aventura literaria con un presupuesto de 0€. Ninguna empresa o autónomo ha podido arrancar su negocio con un presupuesto cero. Y un escritor, si desea profesionalizarse, tampoco puede permitírselo. Tal como he apuntado con anterioridad: un autor no puede encargarse de todo por sí mismo. Y lanzar una novela sin pasar por un control de calidad, puede sentenciarte.
¿Te imaginas ir al supermercado y que la misma persona se encargara de carnicería, pescadería, caja, reposición, almacén y seguridad? ¿Imaginas el resultado?
Las editoriales, por su parte, suelen preferir encontrar obras ya corregidas. Tal y como he apuntado al inicio, el sector vive su propia crisis y el hecho de encontrarse con una obra ya corregida les supone un coste menor a la hora de editarla.
Todos nos hemos encontrado con erratas en libros publicados por editoriales y eso es debido a la poca importancia que se da a la profesionalidad. Muchas erratas en un libro comportan un daño irreparable en la imagen de la editorial. Y son varias las editoras que se han ganado esa fama (y el cliente lo sabe).
¿Qué debe hacer un escritor autopublicado?
Mi consejo es que si deseas convertirte en profesional de la escritura, pienses como un profesional. En la creación de un libro no valen las prisas ni los ahorros. Suelen decir que lo barato sale caro y, en muchas ocasiones, esa cita lleva razón. Contratar a tu cuñado “el que lee mucho” para que corrija tu novela a cambio de una cerveza y una bolsa de patatas es un riesgo.
Trata a tu novela como si fuera tu hija. Mímala y no escatimes en recursos. Créeme: el lector notará la diferencia.
Si acabas de escribir tu novela y te estás planteando la opción de publicarla, recomiendo que recapacites sobre la necesidad vital de corregir tu obra. Busca varios correctores y asesórate: pregunta sobre su tarifa o pide presupuesto, consulta sobre el método que usan para corregir (por lo visto, algunos correctores no llegan a leerse las novelas) y todo lo que necesites. Yo mismo estaré encantado de responder las dudas que tengas al respecto en el formulario de contacto que encontrarás en mi blog.
Víktor Valles
Fotografía: Penywise, morgueFile.
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Genial, sobre todo viniendo de alguien que controla sobre el tema de las correcciones.
Yo me he enfrentado al infierno de leerte la típica novela, del típico pesado que quiere que le hagas una reseña, y que no se ha molestado en corregir (le habrá pasado el corrector del word y listo). Es como estar recibiendo una patada infinita.
Por otra parte, también tengo mi propia experiencia con los correctores (que también parece ser infinita) y no es exactamente buena. Pero bueno, cuando termine (si es que lo hace) veremos el resultado.
Y sobre la profesionalidad, no es nada nuevo, estoy ahora leyendo Rebecca, de Daphne Du Maurier, es un ejemplar viejísimo (del 70 y poco) que conseguí agenciarme en un marcadillo, de erratas y de traducciones pochas está el libro lleno. Pero es lo que hay…¿No?
En fin pilarín, lo dicho, gran artículo, mis felicitaciones a Viktor y a ti, Ana de las letras azules 😛
¡Saludos!
Gracias por tu comentario, Jaume.
Tenía ganas de publicar una entrada referida al mundo de la corrección literaria y, como bien dices, ¿quién mejor que Víktor para escribirla?
Yo creo que muchos autores (sobre todo los autopublicados) de hoy en día no se dan cuenta de la importancia vital de pasar su texto por los ojos de un corrector profesional antes de publicarlo.
A ver si entradas como ésta van abriendo ojos.
Saludos de Ana, la de las letras azules 😉
Saludos cordiales. En vuestro interesante artículo apuntáis varios aspectos a tener en cuenta. En primer lugar está el asunto de la ortografía. Más de una vez he leído a importantes editores quejarse amargamente de los manuscritos recibidos por parte de reputados escritores con una larga trayectoria a sus espaldas, repletos de errores y con una gramática penosa. Con esto quiero decir que ninguno de nosotros está exento de cometer errores ortográficos que, como duendecillos traviesos, se nos cuelan en los textos y “desaparecen” a nuestros ojos, siendo perfectamente visibles a ojos de un extraño. Luego están la puntuación y la sintaxis –comas que aparecen y desaparecen a voluntad, puntos mal colocados cuando no inexistentes, utilización de guiones cortos y largos de manera arbitraria, frases demasiado largas que para leerlas hace falta llenarse los pulmones de kilos y kilos de oxígeno, multiplicación hasta la saciedad de frases subordinadas, párrafos más largos que un día sin pan, etc–.
Por mi experiencia personal recomendaría a cualquier escritor -novel o no- que antes de ponerse a escribir se haga con estos tres elementos a mi juicio indispensables:
–Un diccionario lo más completo posible.
–Un diccionario de sinónimos y antónimos.
–Un Manual de Estilo.
En cuanto a lo de recurrir a un corrector profesional supongo que será como todo lo que implique tratar con un profesional: los habrá buenos, malos y rematadamente horribles. Yo, de momento, prefiero cargarme mi propia obra. Mantengo una relación fluida conmigo mismo, soy bastante puntilloso y, al menos de momento, puedo permitirme el no cobrarme por mis servicios. Más adelante ya se verá.
Por último, si eres escritor y decides correr el riesgo de autopublicar tu obra, sólo te pediría un último esfuerzo: pon el alma y el corazón en ello, y jamás vendas algo sin estar seguro de que lo has dado todo. Si engañas a un lector/comprador con tu libro por no tomarte demasiado en serio tu profesión, lamento decirte que sólo lo engañarás una vez. Una y no más.
Enhorabuena a Víktor Valles por el artículo, y saludos a Ana por brindarnos este espacio de encuentro entre amantes de las letras. Un abrazo.
Hola Pedro.
Tengo un compañero de trabajo que tiene una amiga que trabaja como correctora para una editorial de las buenas. Pues bien, mi compi me contó que su amiga, a su vez, le había dicho que ha corregido novelas de autoras (utilizó el femenino) muy famosas que eran una aunténtica porquería, y que se hacía todo el trabajo en la corrección. ¿Le pregunté que, si son tan malas, cómo es que publican? Respuesta: el nombre.
Al parecer, hay mucho escritor “de reconocido prestigio” que, sin embargo, no sabe hacer la o con un canuto, pero tiene nombre. ¿Por qué? Porque está metido en otros berenjenales (normalmente de corte político) y ese nombre vende, aunque en realidad la novela se la escriba el corrector. Con esto ya queda claro la importancia de este elemento en la producción de un libro.
Estoy de acuerdo contigo, hasta cierto punto, en cuanto a que uno mismo puede corregirse la ortografía, puntuación, etc. Digo hasta cierto punto porque una servidora, que no tiene por costumbre cometer muchas faltas de ortografía (creo que mi corrector puede dar fe de ello), ha visto cómo en su proceso de corrección de Carter & West el corrector le corregía una falta que en la vida habría creído que podía cometer: “alago”. Sí, así. Sé perfectamente que lleva “h”. Quizá al teclear no presioné la “h” y no se marcó, quizá pasé por encima sin darme cuenta. Bueno, puede pasarnos a cualquiera, lo preocupante es que yo he leído ese texto muchas veces antes de mandárselo a mi corrector, y ¡en ninguna de ellas me di cuenta de esa falta! Y es que, como dice alguno de los lectores-escritores que han comentado hoy la entrada, cuando lees tu propio texto, te lo sabes practicamente de memoria y pasas por encima de las palabras, las frases y los párrafos sin casi leerlos.
Por eso es imprescindible la tarea del corrector. No creo que el mío haya tenido mucho trabajo en cuanto a ortografía, pero, sin él, ese “alago” se habría publicado con el libro, pese a que sé, perfectamente, que se escribe con “h”.
Con respecto a la relación con el mío, yo he tenido mucha suerte. No sólo me ha ayudado a mejorar el texto, también he aprendido con él muchísimo y, además, es un tipo tan simpático que te hace la tarea de corregir divertidísima 🙂
Un abrazo y gracias por tu visita y comentario 🙂
Interesante post. Tienes razón en comentar lo necesario que es el servicio de un corrector profesional, y hubiera estado muy bien reflejar las tarifas (aunque fuera de una manera aproximada). Como siempre, lo difícil es encontrar a alguien de confianza, bueno en su trabajo. Quizás si quedas satisfecha del trabajo de corrección de tu novela puedas compartirlo con nosotros. Un saludo y gracias por todo!
Hola Cecila, gracias a ti, por tu visita y tu comentario.
Sí, he quedado muy satisfecha con mi corrector, tanto en cuanto a su trabajo como a la relación cercana que hemos establecido (se trabaja así mucho mejor). Si te interesa saber quién es, está un poco más arriba, en un comentario: es Néstor Belda 🙂
Saludos y mis mejores deseos para tu novela en este 2015.
Algo había leído acerca del tema, pero ahora me ha quedado totalmente claro. Y tienes toda la razón, cuando somos nosotros los que escribimos algo, especialmente si le hemos dado “muchas vueltas”, somos incapaces de apreciar los fallos. Apenas si leemos porque nos sabemos el texto de memoria.
Muchas gracias por las recomendaciones, un post muy interesante.
Un saludo!
Gracias, Julia 🙂 Me alegro de que te haya resultado interesante. Los méritos son de Víktor Valles 🙂
Desde luego, yo lo tengo clarísimo: mis textos de ficción para publicar siempre pasarán por los ojos y el trabajo de un corrector. Es algo que aconsejo a todo aquel que de verdad quiera ofrecer un buen producto.
El trabajo de corrector no menoscaba el tuyo. Simplemente, él ve cosas que tú no ves y te ayuda a mejorar otras que no se te habían ocurrido. Como dice el mío: cuatro ojos ven más que dos. De hecho, no sólo lo dice por los suyos, sino también por los míos: ahora que la corrección está casi acabada, me ha dicho que, una vez que me envíe los textos listos para publicar, vuelva a leerlos con infinita atención por lo que acabo de apuntar: cuatro ojos ven más que dos y, aunque el corrector haya hecho una trabajo magnífico, es una persona, y por tanto falible, de modo que siempre puede quedar por ahí alguna pulguilla suelta 😉
Un saludo y gracias de nuevo por tu visita y tu comentario. Feliz miércoles 🙂
Hola, Viktor,
no hace ni tres horas que leía un artículo muy similar de alguien llamado Guillermo Cerviño. Aunque su artículo se centraba en la crítica al modelo de Amazon (crítica que no comparto), sí que tenéis posiciones similares en cuanto al tema de la “profesionalización” de los escritos. Este es el artículo, llamado “Literatura sumergida”. Aunque no soy de usar negrita, me ha parecido interesante: http://pontevedraviva.com/opinion/1477/literatura-sumergida-guillermo-cervino/
Por otro lado, yo soy uno de esos autores que no contrataron a un corrector. En su lugar, leí el libro doce veces y pedí a un amigo que hiciese algo similar. Puede que no hayamos acabado con todos los errores de ortografía, pero sin duda el acabado tiene una calidad (dejando a un lado el estilo del texto) muy buena.
Me hubiese gustado contratar los servicios de un corrector profesional, pero lo cierto es que no tenía el dinero (ni lo tengo actualmente). Y, de haber contratado a un corrector, lo suyo hubiese sido contratar un diseñador para la portada y un servicio de maquetación.
Al final acabé haciéndolo yo todo, y tardé para ello más de seis meses. Eso sí, hace menos de un mes (y debido a este esfuerzo) me encargaron una “MEGA-Guía de publicación en Amazon”. Al final el esfuerzo se ve correspondido.
Pero estoy totalmente de acuerdo con que el escritor, si quiere hacerlo todo, o bien tiene que aprender muchísimo, o estar un tiempo considerable trabajando en su libro. A mí me tocó hacer ambos 😉
Hola Marcos,
Respeto tu decisión. Es tu libro y, con tu libro, puedes hacer lo que desees.
Decidiste confiar la tarea a un amigo. Porque, aunque te leas el libro 50 veces, hay errores que —ya sea porque lo creas bueno o porque no lees como lo leería otro— el propio autor es incapaz de ver. No he leído tu libro, por lo que no entraré a juzgar si hiciste un buen trabajo o no. Ojalá lo hayas hecho y vendas muchos ejemplares 😉
El problema es que muchos no están preparados para corregir un texto. Y eso es una realidad… Yo mismo me vi en la misma situación que me comentas: encargué a una persona para que corrigiera mi libro después de haberlo leído yo varias ocasiones y, aún así, ese manuscrito quedó con varias erratas que no fueron solventadas por ese “corrector no profesional”. Lo “normal” sería que un libro pasara por tres correctores, pero comprendo que eso es inviable…
También, por aquí, alguien ha hablado de editing. El editing es una técnica muy interesante que no todo el mundo sabe aplicar.
Muchas gracias por tu comentario =^.^=
¡Un cordial saludo!
Como siempre, Viktor, un artículo exclente. Por supuesto, agradezco a Ana la inciativa de traer este tema a su blog.
En linea con el artículo, cuando una novela no ha pasado por un proceso de corrección, se nota. Pero no me refiero exclusivamente al aspecto formal de errores ortográficos o en el uso de cursivas o de las comillas. En realidad, la corrección ortotipográfica, como bien dice Pedro Fabelo, con un diccionario lo más completo posible, un diccionario de sinónimos y antónimos, un Manual de Estilo, y mucha concentración, estaría resuelta, y sin ningún tipo de problemas.
La esencia del trabajo del corrector radica, como diría Hemingway, en activar el “detector de mierda”, y esto no viene ni en diccionarios ni en manuales de estilo. Redundancias, incoherencias, fallos estructurales, detalles técnicos, imprecisiones, mal uso de pistas falsas, defectos en la construcción de los personajes, ect.. Para detectar estos fallos hace falta bastante más que una carrera de lingüista, dos diccionarios y un manual de estilo.
Por ejemplo, a un lector se le puede pasar por alto que el título de una canción que pertenece a un álbum lo hayamos dejado en cursiva, en lugar de entrecomillarlo, como indica la norma, pero no admitirá que si al protagonista le quedaba una sola bala en la recámara al principio del capítulo, al final del mismo mate al sospechoso de tres tiros a quemarropa, por dar un ejemplo muy burdo. A veces estos detalles son tan sutiles, que solo un corrector experimentado evitará que el lector de un respingo y deje de creerse lo que está leyendo.
Por supuesto, hay muchos más aspectos que considerar, como por ejemplo, el nivel de interacción e implicación entre corrector y autor, por mencionar una de tantísimas.
Yo como corrector, intento que el trabajo se convierta en una experiencia enriquecedora, tanto para el autor como para mí.
El autor tiene que mimar su obra, y el corrector, debe mimar la obra del autor.
Un abrazo.
¿Qué te voy a decir, Néstor?
Hemos hablado de esto tanto que seguramente ya queda poco que añadir.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo lo que dices. ¡Todo! Incluidos los dos últimos párrafos: el mejor corrector no es el que simplemente se limita a corregir la obra, sino el que ayuda al escritor a mejorar en su trabajo y, para ello, obviamente, se neceista una relación afable y cercana en la que los dos trabajen con “buen rollo” y en beneficio (y mimo) de la obra 🙂
Un abrazo, gracias por tu visita, tu comentario… y por todo 🙂
Muy buen artículo. Aunque falta el editing que es lo que yo hago.
Hola Jean.
Pues habrá que hacer algo para repararlo. Me anoto un próximo artículo sobre “editing” 🙂
Un saludo y gracias por tu visita y comentario.
Gracias Mariella y Ana, por vuestras respuestas. Me han orientado y facilitado algunas referencias de cara al futuro. Está claro que nadie busca correctores “gratis” creo que todos pagaríamos de buen grado por un trabajo correcto. Por la confianza(en mayúsculas) en esa persona. Llegar a ese punto de encuentro con un profesional, a veces supone el haberse equivocado en otras ocasiones dando palos de ciego, y eso también ha tenido su precio material, más o menos dinero, tiempo perdido y también insatisfacciones.
Un saludo. ¡Feliz día!
Gracias a ti, Quico.
Me alegro de que la anotación te haya sido de ayuda y que Mariella te haya aclarado conceptos que sólo los profesionales conocen.
Un saludo y suerte con tus proyectos.
Muy interesante el artículo. Veo que es un tema en que todos más o menos hemos tenido alguna experiencia. Comparto bastante el pensar de Pedro Fabelo en su comentario.
Yo me he autoeditado, el libro antes de la impresión tuvo lecturas, supervisiones y una buena revisión por personas que supuestamente tenían una formación adecuada. La realidad es que el libro de forma insospechada cayó en manos de una filóloga, especializada en correcciones y publicaciones de un importante organismo. Simplemente me dijo: El libro necesita un buen corrector profesional. Tenía razón, durante los meses posteriores a su andadura algunos errores se me habían hecho evidentes. Otros aún permanecían, y seguramente algunos más permanecen, invisibles, como fantasmas que se mostrarán a personas con esa capacidad de verlos.
La persona que me lo había corregido en primer lugar tenía formación como correctora y una cátedra de prestigio. Me dijo que esa filóloga (no mencioné nombre, por supuesto) seguramente era una puntillosa, que el libro estaba bien.
Honestamente sé que tiene todavía algunos fallos menores pese a haberlo revisado una y otra vez, pero…
Simplemente decir que es muy complejo encontrar el profesional adecuado, que una titulación no es garantía infalible de un buen trabajo. Y es bastante desesperante porque como bien dice el artículo, llega un momento que de tanto releer dejas de ver lo evidente.
Por último, la filóloga me comentó que un corrector “bueno” cobra no menos de 20 euros la hora. ¿Cómo contactar con un corrector que ofrezca garantías?
Estaría bien, si pudieseis comentar algo sobre el tema de precios o presupuestos, un poco de orientación al respecto.
Saludos.
Hola Quico. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario.
Yo creo que en el proceso de autopublicación sí que hay tareas que uno mismo puede hacer (y ahorrarse un dinerillo, porque no sabes cómo van a ir las ventas de tu libro y si podrás recuperar la inversión). Sin embargo, otras tareas necesitan pasar, eso es lo que creo, por las manos de un experto.
Una de ellas es la corrección. Como ya se ha apuntado en otros comentarios a esta entrada, y en la propia entrada lo dice también Víktor, llega un momento en que el escritor deja de prestar atención a su texto. Se lo sabe de memoria y la concentración requerida para corregir desparece.
En cuanto a las tarifas de corrección, no puedo decirte. Supongo que hay algunos que se ciñen a las tarifas oficiales, otros que cobran por encima y otros, por debajo. Es un aspecto importante a tratar, pero quizá deberían contestarte los expertos (por aquí hay un par de ellos). Lo que, desde luego, resulta imprescindible es que el corrector sea bueno. Y en eso los autores sí que tienen mucho que decir. El boca a boca funciona muy bien y podemos ayudarnos si nos contamos nuestras experiencias con estos profesionales.
Lanzo tu llamada respecto del asunto de precios a los correctores profesionales para que nos ilustren sobre ello 🙂
Un saludo y gracias de nuevo.
Estupendo artículo e interesantes comentarios.
En cuanto al tema de las tarifas para la corrección de los textos, os informo que no hay unas tarifas “oficiales”. Sí unos mínimos y máximos que respetamos los profesionales del sector (que los hay, y muchos y muy buenos).
No tengáis temor a consultar con un Asesor lingüístico.
Aunque la tarifa se calcula en base al número de caracteres del manuscrito, un buen profesional os pedirá un número de páginas para evaluar el estado del documento y calcular también el tiempo de intervención. Nosotros en Ad litteraM Correctores las devolvemos corregidas, tanto ortotipográficamente como en estilo, para que el autor pueda evaluar nuestro trabajo. Cada obra es única en sus características y los presupuestos también.
Si habéis dedicado vuestro tiempo a escribir y creéis que el resultado es suficientemente satisfactorio como para publicar vuestro trabajo, hacedlo pensando que perdurará en el tiempo.
La ayuda de un asesor lingüístico no es un gasto, es una inversión. Os lo aseguro.
¡Suerte con vuestros proyectos!
Hola Mariella, gracias por tu visita y comentario.
Parece que casi todos estamos de acuerdo en la necesidad de que los textos que pretendemos publicar pasen antes por las manos de un corrector. Yo no puedo sino reiterar una vez más mi opinión favorable respecto de este asunto. Escribir un libro lleva mucho tiempo y trabajo y, tal y como dices, si consideramos que es publicable, lo menos que podemos hacer es intentar darle una mejor oportunidad y hacerlo pasar por ese trabajo de corrección.
Un saludo y gracias, de nuevo, por pasarte por aquí 🙂
Acertadísimo artículo de Víktor Valles. De modo directo, sin ambages ni subterfugios, hace diana en la idea de que sin corrección no hay difusión. Yo aún iría más lejos en cuanto al control de calidad como determinativo de la corrección literaria, propugnando el establecimiento de la ITE (Inspección Técnica de Errores) para todos aquellos textos (no solo novelas) que pretendan ver la luz, entrando en el Olimpo de las letras leídas.
Puedo dar fe del inmenso desasosiego que se apodera del lector cuando encaja, sedente, cacografías, pleonasmos y errores de todo pelo que, desgraciadamente, muestran muchas novelas actuales (sin importar el renombre de la editorial). En ese “todo vale” hasta un lector avezado y disciplinado se cuestiona si realmente determinadas grafías, vocablos, extranjerismos… son los correctos y están correctamente escritos, o si por el contrario suponen contravenciones de la norma o descabelladas heterografías.
Por tanto, la cuasi obligatoriedad de que toda obra sea sometida a la ITE no solo se predica de las escritas por autores noveles, sino también de aquellas que por gozar de la cobertura de grandes sellos editoriales, se presupone que salen al mercado habiendo superado todas las etapas del proceso de edición. Desafortunadamente, esa presunción se queda solo en eso; y buena prueba de ello son los errores de edición de las novelas que reseño en mi blog laerratonera.blogspot.com (que os animo a visitar). Ejemplos suficientes para entender por qué es imprescindible la corrección. Desdeñar dicha función o subestimar su importancia en el proceso de edición es un riesgo que ningún autor puede permitirse.
Hola Alejandro.
Interesante tu comentario.
Estamos de acuerdo con respecto a la necesidad de que un texto pase por las manos de un corrector antes de su publicación. Pero tú apuntas una novedad en estos comentarios: la de que esta práctica se está relajando incluso entre las grandes editoriales. No conocía tu blog, que sin embargo visitaré por lo atractivo del tema, pero sí que me he dado cuenta, como lectora, de que cada vez son más comunes los errores tanto en ortografía, como en sintaxis y todos esos añadidos que mencionas en tu comentario, en de libros publicados por grandes firmas editoriales a las que se le supone una calidad exquisita.
Creo que incluso en este punto, la publicación tradicional y la autopublicación empiezan a aproximarse. Lejos todavía la una de la otra, por supuesto, pero con la evidencia de que a las grandes editoriales parece importarles cada vez menos el aspecto del pulido de los textos.
Un saludo y muchas gracias por tu visita y comentario. Una visita que te devolveré en esa erratonera 😉
Muchas gracias, Ana, por ofrecerme un hueco en tu casa =^.^=
Y, por supuesto, muchas gracias a todos y cada uno de los lectores que se han pasado a leer esta entrada y, por supuesto, muchas gracias a quienes la habéis comentado.
¡Un fuerte abrazo a todos!
Muchas gracias a ti, Víktor, por querer colaborar con esta casa.
Me ha gustado mucho la experiencia. Ha sido muy enriquecedora y divertida. Espero que repitamos 🙂
Un abrazo y felicidades por tu artículo. Ya ves que ha encantado 🙂
Estupendo artículo y, por la parte que me toca, agradezco el reconocimiento y la valoración de la profesión.
No obstante, según mi experiencia, las tareas que se le atribuyen al corrector de estilo exceden lo que suele hacer. Bien es cierto que el nombre del oficio es un poco engañoso, pero el corrector de estilo se limita a trabajar los asuntos relacionados con la lengua: léxico, sintaxis y aspectos gramaticales (si así se acuerda, también división de párrafos o algún otro aspecto estructural).
Quien se encarga de los aspectos relacionados con el desarrollo de la trama, la arquitectura narrativa, la coherencia de personajes o de hechos y otros aspectos relacionados con el contenido es el editor (a veces llamado editor de mesa). Ocurre a menudo que un corrector es también editor, pero es un error —casi una garantía de mal trabajo— intentar desempeñar las dos tareas al mismo tiempo porque ambas requieren mucha concentración y si se está atento al régimen preposicional de un verbo, pongamos por caso, no se puede atender a la coherencia de los personajes. No digo que la misma persona no pueda hacer los dos trabajos, pero en lecturas sucesivas. Lo mismo ocurre con la corrección de estilo y la de ortotipografía; como todo el mundo se equivoca y cuatro ojos ven más que dos, cada corrección debe hacer una persona diferente. De hecho, en los procesos editoriales de calidad no se hacen menos de tres correcciones.
Finalmente quiero insistir en que corregir es un oficio, y corregir bien requiere unos conocimientos profundos y amplios de la lengua. No es difícil detectar una errata, incluso una falta de ortografía, pero un calco sintáctico o un referente anafórico impropio no se conocen por el mero hecho de ser hablante de una lengua.
Un saludo bien cordial y gracias de nuevo por el elogio del oficio.
Gracias a ti, Pilar, por tu comentario que nos aclara muchísimas cosas a los profanos. Es un complemento perfecto para el artículo.
Ojalá los escritores, sobre todo los que han optado por la publicación y no tienen quien les aconseje, comiencen a dar importancia a la labor del corrector y se decidan por contratar sus servicios. Todos saldríamos ganando: el escritor, su obra, el corrector y el lector.
Un saludo afectuoso y muchas gracias por tu visita 🙂
Cuanta razón tienes! y sobre todo en lo que se refiere a la corrección de estilo, ultimamente estoy leyendo verdaderos tostones con palabras redundantes y párrafos reiterativos porque nadie se lo ha mirado con el cariño suficiente y luego lo pagamos los lectores. Y después los escritores porque hay algunos con los que no repetiré precisamente por ese motivo. Y al final las editoriales que seguiran quejándose de que no entienden porque disminuyen las ventas.
Ojalá te lean y hagan caso!
Saludos
Gracias por tu visita y tu comentario, Iterrobang.
Y, sí, ojalá le oigan y la literatura que se comercializa hoy en día gane en calidad.
Un saludo.
buenos días,
He auto-editado una novela con una compañía on line y el pack que escogí incluía la portada y las correcciones de ortografía y estilo.
Cuando me entregaron las correcciones observé que se habían olvidado algunas faltas de ortografía y yo misma reclamé por su corrección, pero no las vi todas. Una vez editado el libro y vendido los ejemplares, algunos clientes conocidos me advirtieron de más faltas, y para entonces ¡ya había encargado unos cuantos libros más!. Ahora estoy en la siguiente tesitura: tengo 100 ejemplares con faltas de ortografía para vender,y la editorial me ha pedido disculpas por el fallo, me lo corregirán sin cargo. Bien, pero….¿que pasa con los ejemplares que tengo pendientes de vender que sé que vienen con errores? no quiero vender algo que sé que no esta bien pero tampoco quiero perder el dinero de mi inversión. Mi pregunta es: Tienen alguna responsabilidad los correctores profesionales si no hacen bien el trabajo? y hasta donde llega esta responsabilidad?
gracias por vuestra atención.
Buenas tardes, Mar de dudas. Disculpa por haber tardado tanto en contestar.
Con respecto al problema que planteas, mi consejo que es que visites el blog de Mariana Eguaras y le preguntes a ella. Te contestará con más acierto que yo, que no sé qué decirte cómo actuar en este caso.
Desde luego, es una mala pasada la que te han hecho.
Saludos y, una vez más, perdón por el retraso.