Carter & West: cómo escribo mis historias policíacas
Hace un par de días, Gabriella Literaria publicó una entrada: ¿Sirve un blog para vender libros? Los expertos opinan, en la que tuve el honor de participar. Cuando Gabriella me pidió que escribiera mi opinión al respecto, no sólo pensé en la función que el blog de un escritor tiene a la hora de promocionar sus libros, sino también en otra que me ha sorprendido y se ha convertido en una grata experiencia: la de la relación que el blog ayuda a establecer entre el escritor y sus lectores.
En mi respuesta a Gabriella le hablaba de esta experiencia con ellos, y hoy tengo la oportunidad de dedicar esta entrada a una serie de preguntas que me ha hecho una seguidora del blog y suscriptora de la newsletter, además de lectora de Carter & West.
Me gusta recibir sus correos, me encanta establecer una relación más directa y personal con ellos que la que proporciona la, habitualmente unidireccional, newsletter y, por supuesto, si puedo brindarles mi ayuda, estoy encantada de hacerlo. Ellos no sólo me regalan esa ayuda con sus correos, sus comentarios, palabras de ánimo y el interés que muestran sino que, además, también me dan ideas como ésta: la de escribir una entrada sobre cómo trabajo con Carter & West, que puede resultar curiosa a unos y de utilidad a otros, o al menos así lo espero.
¿Cómo llegué hasta aquí?
Me pregunta mi lectora cómo llegué hasta donde estoy. En un artículo que escribí para el blog de David Fernández Cañaveral, titulado: Entre autores: Ana Bolox, cuento cómo nacieron Carter & West. Lo cierto es que ese nacimiento fue pura carambola. Luego, cuando abrí los ojos y me percaté del potencial que tenían estos dos personajes, vino el trabajo duro. Y supongo que a ese trabajo es a lo que se refiere mi lectora cuando me pregunta cómo llegué hasta donde estoy.
La respuesta franca y directa es: escribiendo mucho, equivocándome más, dando la vuelta a todo, cambiando, añadiendo, quitando, mosqueándome, alegrándome, frustrándome y, finalmente, preguntándome si lo que había resultado al final de tanta ida y venida sobre el texto merecía la pena. Eso sí, también puedo decir que la satisfacción final de haber podido con el texto, ya fuera el resultado bueno, mediocre o malo, fue inmensa. Lo importante para mí en aquel momento fue que siempre había querido escribir una historia policíaca y finalmente lo había conseguido.
Mi lectora me dice que recoge toda la información que puede y que ha recibido talleres de escritura, y, aun así, se siente perdida. Puedo decirle que no se encuentra sola en esa situación. Todos estamos perdidos, muy perdidos, de hecho, cuando empezamos a escribir. Sobre todo al principio, en esos momentos en que somos muy novatos en el proceso de escritura y enfrentarnos a la construcción de una historia nos parece una tarea hercúlea. Mi consejo para superar esa fase es lanzarse. Empezar el texto, equivocarse, aprender de ello, volver atrás y hacer los reajustes necesarios, darse cuenta de repente y en pleno proceso de escritura de que, si no añades tal cosa, la historia no tendrá sentido, y, por supuesto, estar dispuesto a soportar muchos reveses y fracasos, pero con la convicción de que, si se es persistente, nada puede resistírsele al increíble cerebro humano.
La palabra clave, pues, es: perseverancia.
Aprender a organizar una novela
El párrafo anterior alude a los primeros pasos en la escritura de una historia policíaca. En las mías, seguro que pueden encontrarse detalles a los que sacar punta. Hace unos meses me habría horrorizado por ello. Ahora, simplemente, lo veo como una oportunidad más de aprender. A pesar de esos fallos, los lectores están encontrando agradables las historias de Carter & West y eso me indica que voy por el buen camino. Lo cual no es sinónimo de dormirse en los laureles.
De modo que, para ser más productivo y frustrarse un poquito menos, lo mejor es intentar aprender un método de organización que nos facilite el camino. A mi lectora le digo que hay miles. Como ella misma me cuenta, ha leído mucho sobre técnicas narrativas, pero, a la hora de ponerse a escribir, todo se vuelve caos. La entiendo, yo también he leído mucho acerca del asunto y al final me he dado cuenta de que cada uno debe encontrar su propio método. Quizá cogiendo un poquito de aquí, otro poquito de allá y otro poquito más de acullá.
Con el párrafo anterior, que parece en principio inconsistente y una especie de escapada por la tangente, quiero decirle a mi lectora que no puedo contarle mi método porque todavía no lo tengo. Es verdad que he avanzado mucho y que ahora pienso bastante las cosas antes de ponerme a escribir, pero, aun así, siempre encuentro en el camino alguna piedra con la que tropiezo.
Para intentar ayudar con un poco más de claridad, diré que, en una novela policíaca, siempre hay que tener claro cuál será el final. También, las pistas buenas y las pistas engañosas, así como el lugar en el que se van a insertar y, sobre todo, muy importante, el modo en el que las vas a introducir en el texto. Luego, y a pesar de tener todo eso pensado, seguirás encontrando chinitas en el camino que te molestarán. Ahí es cuando hay que echar mano de la perseverancia y ponerse a pensar cómo resolver esos problemas, encontrar una solución y ponerla en práctica.
La creación de personajes
La nueva pregunta que me plantea mi lectora es: ¿Cómo has sido capaz de perfilar tan estupendamente tus personajes? Me temo que la respuesta la va a desilusionar: para ser franca, creo que Charles Carter, al menos en las dos primeras historias, Aracne y La muerte viene a cenar, todavía anda un poco disipado… (mea culpa: sé qué Carter quiero en esas dos historias, pero creo que no lo he logrado). Kate West es otra cosa. A ella la entendí y la vi muy bien desde el principio, y supe hasta dónde quería llevarla.
Pero ahora voy a revelar por qué estos dos personajes (más Kate que Charles) parecen congeniar tan bien en las historias: porque cuando las escribí, lo hice en mil palabras (tal y como explico en el artículo que publicó David Fernández Cañaveral en su blog). Luego, pasé a escribir otras que se fueron alargando. Creo que, si no me fallan las cuentas, debí de escribir unas tres o cuatro con una longitud ya bastante considerable. De modo que cuando volví a Aracne y La muerte viene a cenar con el fin de reescribirlas y pasar de las mil palabras con que las creé a las veintitantas mil que tienen ahora, ya había trabajado mucho con los personajes y los conocía bastante.
Y es que yo creo que ahí radica el secreto de un buen personaje: el escritor debe conocerlo tanto o más que a sí mismo. Está muy bien lo de preparar información sobre los personajes antes de ponerse a escribir, pero estoy convencida, al menos en mi corta experiencia es lo que he aprendido con más claridad, que el personaje se va haciendo según vas trabajando con él. De hecho, a veces él mismo te dice: Esto que habías pensado sobre mí es incorrecto. En realidad, soy de esta otra forma.
Querida lectora, te confesaré un secreto: estoy trabajando en otra serie y todavía no quiero (porque a los personajes se les acaba queriendo) a mis dos protagonistas tanto como quiero a Carter & West. ¿Por qué? Sé la respuesta: porque aún no he pasado tanto tiempo con ellos como con mis dos detectives británicos y, como dice el refrán, el roce hace el cariño. Estoy segura de que cuando me dedique en cuerpo y alma a esta segunda serie, mis personajes lograrán encandilarme cuando empiecen a mostrarme su naturaleza y su corazón.
Otras preguntas
Mi querida lectora (no sabe ella cuánto le agradezco el correo que me ha enviado) se interesa también por otras cuestiones que son realmente curiosas.
1. Por ejemplo, me pregunta: ¿Qué es antes para ti: el personaje, el argumento…? La respuesta creo que también va a sorprender. Comencé preocupándome por el argumento, es decir, por construir una historia detectivesca en la que todo cuadrara. Sin embargo, cuando empecé a conocer a mis personajes y a enamorarme de ellos, sin dejar de prestar atención al argumento, por supuesto, trasladé mi interés hacia Carter & West. Sentía una necesidad irrefrenable de conocerlos, de meterme en sus mentes y corazones, y de cotillear su relación hasta el fondo. Y entonces me di cuenta de algo: lo que escribo, en realidad, son historias de amor que se sustentan sobre la base de una investigación policíaca (un género que me apasiona). El porqué necesitaría otra entrada entera y que yo estuviera dispuesta a hablar sobre ello.
De modo que, volviendo a nuestra pregunta, ya digo, aun trabajando mucho la estructura para que los argumentos cuadren y gusten al lector, en el fondo de mi corazón lo que más me gusta de las historias de Carter & West es conocerlos y vivir con ellos la historia de amor que les espera, con el propósito de descubrir si el amor, de verdad, es tan fuerte como dicen y capaz de superar cualquier obstáculo.
2. Otra pregunta de mi lectora es: ¿Cuánto tiempo le dedicas a la escritura? Todo el que puedo. Así, sin más.
3. ¿Por qué parte comienzas a construir tu relato? Por el principio, aunque cuando empiezo, ya conozco el final. No obstante, hay escenas que se atascan y a veces las salto (si no tengo mi día perseverante) y escribo otras que (por supuesto ya tengo pensadas) y me apetecen más.
4. ¿Crees que es necesaria una dedicación total? Sería lo ideal, pero lo ideal no siempre se corresponde con la realidad. Yo no puedo vivir de la escritura, así que mi trabajo es algo que tengo que mantener. De modo que, como decía en la pregunta dos, fuera de las horas de trabajo intento, eso sí, utilizar la mayor parte de mi tiempo libre para escribir. También me levanto una hora y media o dos antes de lo que debiera y se las dedico a la escritura.
5. ¿Tus historias de mil palabras te salieron de manera natural o tuviste un método para hacerlas realidad? Las dos primeras salieron solas. Fue después de haberlas escrito cuando me paré y me dije: Anda, si soy capaz de escribir historias policíacas. Y, a partir de ahí, abrí los ojos, fui imaginando nuevas historias a partir de anécdotas con las que me encontraba y construyéndolas, ahora ya sí, con un boceto de método.
Y finalmente un secreto: empecé a ser realmente productiva como escritora cuando descubrí el programa Scrivener. Eso cambió mi manera de escribir para siempre. Por cierto, lector de este blog, he pedido la afiliación al programa. Aún no me han contestado, pero si está interesado en él, espera un poco y hazme el favor de comprarlo a través de esta página 🙂 Y, por supuesto, si también te haces con un ejemplar de Carter & West (lo encontrarás en Amazon), ya mi agradecimiento será eterno 😉
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Me he sentido identificada con muchas de las preguntas de tu lectora, y también con algunos aspectos comentados. Me consuela saber que no soy yo la rara que no sabe cómo enfrentarse a construir una novela. Mi problema principal es que no sé cómo crear una trama que contenga suficientes elementos para enganchar al lector. Así que tengo unas ganas inmensas de escribir, pero no sé ni por dónde empezar, y eso hace que finalmente no escriba nada, y así pasa el tiempo. Creo que en mi caso la clave estaría en escribir “a lo loco”, porque eso me da ideas nuevas y más ganas de escribir, y se crea una de retroalimentación positiva. Y luego, como dices, ya habrá tiempo de cambiar mil cosas y de darle forma.
Por cierto, que funciono por impulsos, y ayer tuve el de comprar tu novela. Como ahora tengo kindle en el móvil y un móvil más grande para leer, pensé que a lo mejor (aunque ahora estaba con otras dos novelas a la vez) podía ir leyéndola poco a poco en ratos muertos. Me leí el primer capítulo de la introducción, y creo que está bien contado y engancha lo suficiente. No sé si seguiré ahora (aunque tengo ganas) o esperaré más adelante. Ya sabes, impulsos =) Y en cuanto a lo del agradecimiento eterno, yo creo que mejor que se lo des a quien la lea enterita, que comprarla es hacer poca cosa y “eterno” es un tiempo un poco largo, ¿no? 😛
Escribir a lo loco es una buena idea si no tienes las ideas claras en un principio porque, sí, a mí me ha pasado: a medida que desarrollas la historia, van a apareciendo nuevas ideas que en un principio no se te habían ocurrido.
Luego, eso sí, llega el trabajo de acomodarlo todo para que cuadre. Pero si no encuentras otra forma más organizada al principio, utiliza ésa. Mejor escribir así e ir aprendiendo poco a poco a organizarse (aquí tienes un ejemplo vivo de este método) que no escribir nada.
En cuanto a “Carter & West”, te aconsejo que no lo leas en los “ratos muertos” o tendré que enviártelos para que te investiguen 😉
Un saludo y gracias por volver. Me encanta leer tus comentarios.
¿Quieres decir que no me recomiendas leerlo e los ratos muertos porque no me voy a enterar de la trama o algo, o sólo era un juego de palabras por lo de «muertos»? Jaja
Sólo es un juego de palabras 😉 Jajaja.
Por cierto, y ya que eres médico y hablamos de muertos y tal…, 😉 Me puedes decir cómo huele un quirófano. Jamás he estado en uno (y Dios quiera que nunca lo tenga que pisar), pero es que estoy describiendo una escena de una operación y me gustaría saber a qué huele el quirófano. He puesto que a desinfectante, pero no me parece muy técnico. ¿Alguna ayudita…? 🙂
Gracias 🙂
Pues…si te digo la verdad, hace mucho que no piso un quirófano y no recuerdo bien si huele a algo, pero tampoco diría desinfectante. Yo creo que, o no huele a nada (a lo mejor de limpio que está), o huele en determinados momentos según la operación que sea.
Por ejemplo, en la mayoría se usa bisturí eléctrico para abrir (porque cauteriza los pequeños vasos y evita que sangren) y ese olor a piel chamuscada es el más intenso que yo recuerdo haber sentido.
Supongo que también influye la mascarilla obligatoria, que hace que estés más cerca de oler tu propia respiración que otra cosa.
Y eso es todo lo que se me ocurre. Si alguna vez quieres preguntar lo que sea, puedes usar mi correo del blog. =)
Ah, pero eso que apuntas sobre el bisturí electrónico y el olor a piel chamuscada me viene genial. Nunca se me habría ocurrido.
Graciaaaaaaas 🙂 🙂 🙂
Un artículo muy simpático, Ana. Yo ni siquiera he probado a hacer un relato detectivesco, no sabría ni por dónde empezar, ja ja ja.
Pero me ha interesado mucho tu “proceso”. Y por supuesto, los personajes son las piezas más importantes de cualquier narración, sobre todo si es larga. Y les llegas a tomar afecto, por aquello del roce, como dices en el artículo.
Fíjate si me ha gustado tu artículo… que cuando tenga la menor oportunidad (cosa difícil, por aquello del tiempo) voy a intentarlo. Es decir, armar una trama coherente (que yo creo que es lo más fácil), pergeñar un buen final (esto ya de fácil tiene poco) y dotar a los personajes de “alma” (ni que decir que es lo más difícil).
Un abrazo
Hola José, gracias por tu visita.
Es simpático, sí, pero también muy real. En cuanto a mi “proceso” aún está en fase de aprendizaje. De hecho, creo un escritor nunca llegará a tener un proceso fijo. Seguro que siempre hay herramientas nuevas que descubre y le van mejor.
Te animo a ese intento del que hablas y, pese al poco tiempo del que sé que dispones, espero verlo hecho realidad algún día 🙂
Un abrazo y gracias por tu comentario y tu visita.