No tengo ni idea de si el cerebro humano está diseñado para vivir linealmente o se acomoda con facilidad a los saltos temporales, lo que sí sé es una cosa: el eje cronológico que nos lleva del principio al final en una historia no cuadra con el género de misterio. No para el escritor. Si no quieres volverte loco, empieza a escribir tu novela policíaca por el final.


 

Te habla la voz de la experiencia…

Me llevó tiempo aprender esta lección y no fue porque no me hubieran advertido. Libros como: “How To Write A Mystery”, “The Elements of Mystery Fiction” o “How To Write Mysteries” me lo decían una y otra vez: una novela policíaca empieza siempre a escribirse por su final.

Pero a mí me parecía raro (puede que como a ti), hasta que de tanto golpearme la cabeza contra la misma pared, aprendí.

Hazme caso:



Empieza a escribir tu novela policíaca por el final

 

Escribe primero la resolución del crimen

Si quieres que las cosas te salgan (más o menos) bien desde el principio, la primera escena que debes escribir es la de la resolución del caso.

Ya sé lo que me vas a decir: que cuando empiezas la novela, todavía hay tantos aspectos de ella que ves tan confusos que sería absurdo comenzar por el final.

Y yo te digo que te equivocas: escribir la resolución del caso supone que debes tener muy claro todos esos aspectos, así que empezar por ella te va a señalar en rojo y con doble subrayado esos elementos que no tienes claro e incluso aquéllos que necesitas para que todo cuadre pero en los que ni siquiera habías pensado.

 

Yo estoy pasando por ello otra vez…

Sí, a pesar del consejo que te doy en este artículo y a pesar de que acabo de decirte que me di de golpes hasta llenarme el cráneo de chichones, todavía sigo cometiendo el mismo error… de vez en cuando.

Mira, quiero enseñarte algo en primicia y de paso aprovechar para mostrarte lo mal que me va cuando no sigo los consejos que te doy:





Esta es la portada del número 1 de mi próxima publicación: Las cosas y casos de la Sra. Starling, “Un cadáver muy frío”.

Se trata de una serie compuesta por novelettes independientes (en sus historias pero no en sus personajes principales) de alrededor de 35.000 palabras.

Una longitud que parece asumible, comparada con novelas que alcanzan las ochenta mil e incluso noventa mil palabras.

¡Pues no! Y aquí ha estado el error que ahora mismo me trae de cabeza.

 

Error, gran error: el consejo también aplica a las historias cortas

Creer que una historia con un tercio de la longitud de una novela larga no necesita ajustarse al consejo que te doy en este artículo es un error.

Por eso me tienes aquí, ante el ordenador (no ahora mismo, que estoy escribiendo la entrada, pero sí hace un rato), toda loca, intentando poner orden en una historia que se me ha ido de las manos y aprovechando la experiencia para advertirte y con la esperanza de que tú no lo cometas.

 

Si ya has metido la pata…

No pasa nada. Te diré lo que tienes que hacer:

  1. Olvídate de seguir avanzando en esa historia que se te cae a pedazos, abre un documento nuevo y titúlalo “Resolución del caso”.
  2. Ahora empieza a escribir cómo ha resuelto el crimen el detective de tu novela.

Verás que habrá elementos de ella que te son útiles porque los utilizarás en la explicación, pero también comenzarán a surgir interrogantes que no sabes cómo contestar.

Sigue estos pasos:

 

Párate y piensa

Tienes que encontrar respuesta para cada una de esas preguntas que se te están planteando a medida que escribes la escena de la resolución, así que ten papel y lápiz a mano, pero sobre todo una gran dosis de paciencia.

Comienza a buscar las respuestas y, a medida que aparezcan, anota qué elementos necesitas introducir en la historia para que la escena de la resolución se deslice con toda lógica sobre el papel.

También va a ocurrir algo que quizá no esperas: de todo lo que llevas escrito hasta ahora verás que hay partes que no necesitas, incluso que entorpecen la historia. Prepárate a borrar. Fuera con todo eso que no sólo no te ayuda sino que está fastidiándote la escena de la resolución.

 

Decide dónde, cuándo y cómo

Ahora ha llegado el momento de decidir dónde, cuándo y cómo incluir todos esos nuevos elementos que son necesarios para que el detective llegue a una conclusión lógica y descubra al asesino.

Así que coge la escaleta, estúdiala con cuidado y ve colocándolos en aquellos capítulos en los que convenga. Ten cuidado con los errores de cronología que pueden dar al traste con la coherencia de tu historia.

Elige también con cuidado el modo (el cómo) en el que vas a incluirlos. Ya sabes: siempre de manera que pasen desapercibidos por completo para el lector y también (en un principio y sólo en un principio) para el detective.

 

Deja pasar un par de días

Y vuelve a leer la escena final con suma atención. Repasa cada una de las palabras que se dicen en ella y asegúrate de que responden a un hecho narrado en la historia, de manera que el lector no pueda sentirse engañado.

Confirma que todo tiene lógica, que no hay ningún gazapo y que has anotado en tu cuaderno hasta el más mínimo detalle que haya de incluirse en la novela para que la resolución tenga sentido.

 

Retoma la escritura de la historia

Ahora ya, sí, puedes volver a escribir. Deshazte de todo aquello que no vale e incluye lo que necesitas para que tu novela tenga lógica.

 

Y la próxima vez, hazme caso:
¡empieza a escribir tu novela policíaca por el final!
(incluso si se trata de un relato)

 

Yo ahora te dejo, que tengo que volver a enloquecer con el arreglo de la Sra. Starling y sus casos y cosas. ¡Aaayyy, si hubiera seguido mis propios consejos…!  😉






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