Día 11
7-Agosto-2017
Sigo avanzando. Hoy han sido 1806 las palabras que he escrito y puedo añadir a este “Diario de una escritora”. Toda una nueva escena en el capítulo 6 (de momento va situada ahí, pero puede que la cambie de lugar más adelante) y un añadido a la tercera escena del primer capítulo que me va a permitir… introducir un chantaje en la novela.
Y ahora, si piensas que algún día te apetecerá leer “Muerte en los Hamptons”, borra la información que acabo de darte o puede que te chafe la historia 😉
Todo depende del color del cristal con que se mira…
El primer día que fui a clase en la universidad, tropecé en las escaleras de entrada y no llegué a probar el suelo porque puse la mano. Cuando volví a casa y mi madre me preguntó qué tal me había ido, le conté el incidente. «Bueno, me dijo, míralo de esta forma: ése es el mejor lugar para tropezar en la etapa que acabas de empezar».
Lo mismo ocurre en una novela. El mejor lugar para trastabillar y dar pasos en falso es al principio y, si puede ser, fuera de ella, como me ocurrió a mí en aquellos dichosos escalones.
Hace once días miraba la historia con cierta suerte de respeto. Tenía algunas ideas muy claras, otras que no me convencían demasiado y bastantes huecos que no sabía cómo iba a llenar.
Si no insistes, nunca sabrás si eres capaz
Pero si no resistes la tentación de ese diablo que se te mete en la cabeza y que te repite machaconamente que no serás capaz, no sabrás si tienes razón o no.
Hoy, once días después de haber comenzado la novela, la veo con mucha más claridad y la miro con una confianza que no habría adquirido si no me hubiera sentado ante el ordenador jornada tras jornada, apartando con manotazos, como a una mosca molesta, la maldita voz de mi propio pensamiento.

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Tápate los oídos y sigue
Es mi consejo cuando las dudas te asalten. No pienses en ellas, porque te vencerán. Simplemente enciende el ordenador y empieza a teclear.
Si persistes, tarde o temprano la historia saldrá adelante. Ella guarda secretos que sólo te desvelará si te ganas su confianza y, para ello, tienes que pasar mucho tiempo a su lado.
Cada día es una pequeña batalla que ganas y que te acerca un pasito más a tu objetivo: escribir una novela que haga disfrutar al lector y, por supuesto, nunca lo olvides: a ti también.
¿Quieres que te cuente un secreto? Si quieres ser escritor sólo hay una cosa que debes hacer: escribir.
Mañana, más.