¿Eres un escritor consciente de lo que haces? Después de mi perorata de la semana pasada, estuve pensando, y no es la primera vez que lo hago, que a veces tenemos la sensación de que no hemos hecho nada cuando, en realidad, hemos trabajado un montón, sólo que no somos conscientes de ello.


El escritor consciente


Mal asunto. Perder el norte está mal, pero caminar en la buena dirección y no saber que los esfuerzos están bien encaminados está aún peor porque pueden llevarte a esa angustia de la que te hablaba la semana pasada. (Y de la angustia al abandono hay pocos pasos). Por eso es importante pararse de vez en cuando y preguntarse:

¿Soy un escritor consciente de lo que hace?

 

La lista de tareas

En El escritor organizado te cuento cómo planifico mi carrera literaria y te proporciono las plantillas (decenas de ellas) que utilizo para ordenarme la existencia. Entre ellas, claro, hay espacio para esa lista interminable de tareas de las que hemos de ocuparnos. También te cuento cómo priorizarlas para que tu carrera avance con paso firme.

Cuaderno de planificación y control para el escritor consciente

Y, oye, está muy bien eso de ir tachando a medida que se van terminando cosas. ¿Pero sabes lo que me ha pasado más de una vez? Que al finalizar el día no tenía una idea clara de lo que había hecho y eso, acumulado jornada tras jornada, es lo que me lleva a veces a sentirme angustiada.

Y es que, además de ser un escritor organizado hay que ser un escritor consciente.

 

Tachar no es lo mismo que apilar

Muchas noches, cuando me iba a la cama, sabía que sobre el escritorio dejaba una plantilla con un montón de rayas trazadas sobre aquellas tareas que había terminado. Pero, a pesar de saber que mi lista de tareas había disminuido (los tachones eran señal de ello), cuando apagaba la luz y repasaba el día no era capaz de hacer una lista mental del trabajo que había realizado a lo largo de la jornada.


Tareas


Lo cual se traduce en una frase muy simple: no era ese escritor consciente del que te hablaba al principio de la entrada. Y es que tachar no es lo mismo que apilar.

¿Pero apilar qué?

Apilar, en una lista, una encima de la otra, todas aquellas tareas que has hecho y que, de una forma u otra, te acercan al objetivo que persigues.

 

Además de tachar, anota

El cerebro odia dejar las cosas a la mitad. Es la conclusión a la que llegó la psicóloga Bluma Zeigarnik tras numerosos estudios y a lo que se conoce desde entonces como el Efecto Zeigarnik. Un efecto, by the way, que nos resulta muy útil a los escritores al utilizarlo para crear suspense cuando dejamos a nuestros lectores pegados a la página tras un cliffhanger.

Te hablaré más de ello en otro momento porque es muy curioso, pero lo que interesa hoy es la tendencia que tiene nuestro cerebro a recordar más las tareas que tenemos pendientes que las que hemos acabado. Algo que provoca una sensación muy desagradable y que lleva, como me ocurrió a mí la semana pasada, a sentirse angustiado.

Una buena manera de evitarla, o al menos de suavizarla, es anotar lo que se hace, además de tacharlo en la lista de tareas pendientes.

Anota todo lo que haces. Hazlo cada día. Que al final de la jornada tengas una lista con el trabajo que has realizado. Es una actividad que produce mucha satisfacción, porque se ve (es tangible: lo tienes ante los ojos) que tu día ha sido productivo. Y es también una actividad antiestrés y antiansiedad, porque borra de un plumazo esas sensación que queda (cuando no aún no se ha alcanzado la totalidad de un objetivo) de que no se ha hecho nada.

En eso consiste ser un escritor consciente: no sólo te ayuda a determinar si el camino por el que has andado es el adecuado sino que, sobre todo, te ahorra una buena cantidad de malhumor y de sensación de vacío.

 

 

¿Por qué escribes?

¿Te acuerdas de que hablábamos de ello hace poco? No sólo hay que tener un buen motivo para hacerlo, en eso también consiste ser un escritor consciente, sino que hay que mantener la perspectiva diaria de hacia dónde se va.

La semana pasada yo me sentía sumida en la angustia. Llevo dos meses y pico sin escribir una sola palabra de una nueva novela y estaba empezando a ponerme nerviosa. Sin embargo, eso no significaba que no estuviera trabajando, pese a la sensación de que era así. Trabajaba y trabajaba, pero la hoja de cálculo en la que anoto el número de palabras escritas diariamente no sumaba y eso me resultaba muy frustrante.

Así que, si leíste la entrada anterior, me prometí prestar más atención a lo que hacía. Lo llamé mi piolet.

Si quieres saber cuándo publico mis novelas, suscríbete a mi lista.

 

¿Y qué ha sido de mi piolet esta semana?

He escrito algunas palabras, pero nada de lo que sentirse orgullosa y, sin embargo, estoy bastante más tranquila porque he cumplido mi promesa; he prestado atención a lo que hacía. No me he ocupado tanto de tachar tareas como de anotar lo que hacía. Así que por las noches, cuando apoyaba la cabeza en la almohada, sabía que había cumplido con mi deber y que, además, caminaba por la senda adecuada.

Es decir, esta semana me he empeñado en ser un escritor consciente. Y, aunque el número de nuevas palabras escritas es muuuuy pequeño, hoy puedo contarte que:

  • Estoy mucho más cerca de publicar la segunda novela de Carter & West que la semana pasada.
  • La planificación de la cuarta novela de la Señora Starling ha dado un paso de gigante.
  • Y por fin empiezo a entrever los problemas que plantea la Señora Starling 3 y que hasta ahora sólo divisaba de lejos y con muy mala definición.

 

Conclusión

A veces no es tanto anotarse las tareas que hay que realizar (que también) y tacharlas de una lista como ser consciente del punto en el que se está y, sobre todo, de lo que se ha hecho para llegar hasta ahí. No es algo que no supiera: en El escritor organizado también tengo plantillas para llevar un control de ello. Es, simplemente, que me había remangado para trabajar como una bestia sin pararme a utilizar el maravilloso cerebro que nos hace únicos en este planeta.


Cerebro: el escritor consciente


Como te decía al final de la entrada de la semana pasada: estoy trabajando, estoy mejorando y estoy avanzando en mi carrera literaria, y ser consciente de ello me hace sentir mucho más tranquila. Ha sido mi mantra durante estos siete días y espero poder decir lo mismo dentro de siete más.

Hasta entonces, sé un escritor consciente (y organizado) 😉

 

Foto de entrada: Aperture Vintage, Unsplash.



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